Cómo las reducciones significativas en la detección, diagnóstico y tratamiento de los cánceres, enfermedades cardiovasculares y las condiciones de salud mental podrían afectar la mortalidad y la morbilidad en el Reino Unido
En enero de 2019, el Servicio Nacional de Salud (NHS, por sus siglas en inglés) del Reino Unido lanzó el Plan a largo plazo del NHS, una estrategia de 10 años para expandir y mejorar los servicios primarios y comunitarios, reducir las desigualdades en salud y mejorar la atención de las personas con enfermedades graves.
Se suponía que el Plan a largo plazo del NHS sería un parteaguas en la atención médica en Inglaterra. Entonces llegó una pandemia mundial. Un informe de la Health Foundation (Fundación de Salud) en septiembre de 2021, titulado “The NHS Long Term Plan and COVID-19 [El plan a largo plazo del NHS y la COVID-19]” concluyó:
La COVID-19 ha causado la mayor conmoción en la historia del NHS y sus impactos en la salud de las personas y en el servicio de salud serán resentidos durante muchos años… No hay parte alguna del plan del NHS que no se haya visto afectada por la pandemia. Como era de esperar, el panorama general es de grandes retrasos, trastornos y mayores demandas de servicios. Ha habido retrasos en el desarrollo de nuevos servicios planificados en la atención primaria y comunitaria, y una perturbación generalizada en la atención electiva, la detección y el tratamiento del cáncer, la atención de la salud mental y otros servicios, con graves consecuencias para la salud y el bienestar de las personas.
La pandemia interrumpió gravemente los servicios hospitalarios, particularmente en la primera mitad de 2020. Las listas de espera para atención hospitalaria son ahora más largas que nunca, con más de 5.45 millones de persona en espera de atención, a fines de junio de 2021. Más allá de la atención inmediata por COVID-19, la pandemia ha creado demanda de servicios de salud mental adicionales y tratamiento para efectos secundarios crónicos por COVID-19. Entretanto, se estima que solo dos tercios de los servicios comunitarios han sido restaurados por completo.
Dos importantes informes publicados en marzo y septiembre de 2021, por el Instituto de Investigación de Políticas Públicas (IPPR, por sus siglas en inglés) han comenzado a medir el impacto total de la pandemia entre varias condiciones de salud importantes. El segundo de estos informes propone un ambicioso plan de recuperación para eliminar el rezago en atención del NHS y mejorar los servicios oncológicos y las tasas de supervivencia, de cara al futuro.
Este documento resume algunos de los puntos clave de estos informes, junto con otros estudios, para extraer conclusiones, sobre cómo superar los efectos indirectos de la pandemia, en tres áreas clave:
- Cáncer: Los exámenes de detección perdidos o retrasados, los pacientes remitidos a especialistas por sospecha de cáncer, los diagnósticos y los tratamientos tendrán un impacto significativo en la incidencia de casos de cáncer y la correspondiente mortalidad. Podrá tomar años eliminar la acumulación de pacientes que requieran tratamiento a lo largo de la vía de atención del cáncer.
- Salud mental: Múltiples factores de riesgo provocados por la pandemia, como el aislamiento social, la pérdida de empleo, el abuso de sustancias y el duelo, junto con el acceso limitado a los servicios de salud mental, han creado una crisis de salud mental que persistirá mucho más allá de la pandemia.
- Enfermedad cardiovascular: Los trastornos a los servicios de atención cardiovascular por la pandemia, desde los controles de salud hasta los procedimientos electivos, se traducirán en miles de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares que de otro modo podrían haberse evitado.
Cáncer
Detección, diagnóstico y tratamiento
Durante la primera ola de la pandemia de COVID-19 en el Reino Unido, el NHS suspendió los programas de detección de cáncer de mama, colon y cuello uterino, lo que provocó que quizás más de tres millones de personas no asistieran a sus citas de detección, según Cancer Research UK (2020).
El número de remisiones urgentes por sospecha de síntomas de cáncer, bajo el sistema ampliamente reconocido de “espera de dos semanas” (2WW, por sus siglas en inglés), se redujo significativamente, con 280 000 pacientes remitidos menos de los esperados hasta noviembre de 2020. Entretanto, la combinación de la renuencia de los médicos generales (GP, por sus siglas en inglés) a enviar pacientes al hospital, y la renuencia de los propios pacientes a ir, produjo una caída del 36% en la atención de accidentes y emergencias (A&E, por sus siglas en inglés) para quienes presentaban síntomas de cáncer.
Con base en datos de marzo de 2020 a febrero de 2021, el Informe IPPR 2 estima que hubo 369 000 menos pacientes remitidos para un nuevo diagnóstico de sospecha de cáncer, en comparación con el período anterior de 12 meses, lo que puede haber llevado a 19 500 el número de casos de cáncer no diagnosticados.
Durante ese mismo período, el análisis IPPR destaca una caída del 10 % año tras año en las tomografías computarizadas, una caída del 25 % en las resonancias magnéticas y una caída del 37 % en las endoscopias (incluidas colonoscopia, gastroscopia, sigmoidoscopia y cistoscopia). Es probable que la caída significativa en la resonancia magnética y la endoscopia se deba tanto a las restricciones impulsadas por la pandemia en las pruebas de detección invasivas como a la pérdida de productividad de los nuevos procedimientos de control de infecciones.
Los datos sobre el impacto de la COVID-19 en el tratamiento del cáncer están comenzando a generar estadísticas preocupantes.
El Informe IPPR 1 sugiere una caída del 37 % en el número de pacientes que comenzaron el tratamiento en mayo de 2020, en comparación con mayo de 2019. El segundo informe va más allá al confirmar que, si bien la tasa de incidencia de cáncer no ha cambiado, entre marzo de 2020 y febrero de 2021 se llevaron a cabo 187 000 episodios menos de quimioterapia y 15 000 episodios menos de radioterapia, en comparación con el año anterior, reducciones del 7 % y 13 %, respectivamente. Cabe señalar con cierto optimismo que estas cifras han mejorado respecto al análisis inicial, que reportaba una caída interanual del 31 % en los tratamientos de quimioterapia y del 14 % en los tratamientos de radioterapia, de marzo a noviembre de 2020. Esto muestra los beneficios de aplicar los aprendizajes de olas anteriores de la pandemia para prepararse para las olas posteriores.
Es posible que nunca se comprenda correctamente la repercusión global de la COVID-19 en el tratamiento del cáncer. Muchas personas, incluidas aquellas que comenzaron el tratamiento antes de la pandemia, experimentaron cambios en sus planes de tratamiento. Por ello, los autores del IPPR señalan que es difícil predecir los impactos a largo plazo en los efectos directos sobre los pacientes, ya que actualmente hay datos limitados disponibles. Esto podrá aclararse con el tiempo.
- Véase también: COVID-19 and Cancer: A Particularly Troublesome Combination [COVID-19 y Cáncer: Una combinación particularmente problemática]
Rezago en la atención del cáncer y el impacto en la mortalidad
Ambos informes de IPPR analizan el impacto potencial de un diagnóstico tardío de cáncer en los efectos directos sobre pacientes afectados por la perturbación de los servicios. Su análisis se concentra en tres causas principales de muerte por cáncer (cáncer de pulmón, colorrectal y de mama) y asume que los trastornos, entre abril y agosto de 2020, llevaron a que los diagnósticos ocurrieran una etapa más tardía que bajo otras circunstancias. Esta es una suposición muy incierta y se necesita más investigación para comprender el impacto en los diagnósticos. |
Ambos informes estiman que, para los cánceres en etapa 1 y 2, que todavía se consideran altamente curables, la tasa anticipada de diagnóstico en 2020 fue de 41 % en comparación con 44 % en 2017 y muy por debajo del objetivo del Plan a largo plazo del NHS para 2028 de 75 %. Del mismo modo, podemos ver que, para los cánceres en etapa 3 y 4, la tasa anticipada de diagnóstico en 2020 fue de hasta un 59 % en comparación con 56 % en 2017 y contra el objetivo del Plan a largo plazo del NHS para 2028 de 25 %.
El modelado de IPPR y Carnall Farrar (CF), una empresa de consultoría de salud y análisis de datos, encontró que incluso si los hospitales extendidos pudieran mantener niveles de actividad un 5% por encima de los niveles previos a la pandemia, todavía tomaría hasta 2033 para eliminar el tratamiento de cáncer para el “rezago por pacientes perdidos” causado por la pandemia. Sin embargo, si los niveles de actividad pueden incrementarse aún más y mantenerse en un 15 % por encima de los niveles previos a la pandemia, los rezagos en la vía de la atención del cáncer podrían eliminarse para el próximo año. Véase la Tabla 1.
Tabla 1: Estimaciones sobre cuánto tiempo tomará atender los “rezagos por pacientes perdidos” a lo largo de la vía de atención del cáncer
Nivel de actividad futura en relación con la actividad de 2019 | ||||
105 % | 110 % | 115 % | ||
Pacientes remitidos | Pacientes remitidos por sospecha de cáncer | 2030 | Enero 2023 | Abril 2022 |
Diagnósticos | Tomografías computarizadas | 2026 | Mayo 2022 | Diciembre 2021 |
Exploraciones de resonancia magnética | 2040 | Septiembre 2024 | Abril 2023 | |
Endoscopias | 2050 | 2026 | Febrero 2024 | |
Tratamiento | Tratamiento de quimioterapia | 2028 | Agosto 2022 | Febrero 2022 |
Tratamiento de radioterapia | 2033 | Junio 2023 | Julio 2022 |
Fuente: CF modelling based on NHS England and National Cancer Registration and Analysis Service datasets 2021 [Modelado de FC basado en los conjuntos de datos de 2021 del Servicio Nacional de Registro y Análisis del Cáncer y el NHS de Inglaterra].
Nota: se puede encontrar la metodología completa y la descripción técnica del modelo aquí.
El rezago de tratamiento solo impulsará una reducción en supervivencia al cáncer, lo que IPPR sugiere que podría conducir a 4500 muertes adicionales por cáncer observadas solo este año. Cabe señalar que este cambio es el resultado de las perturbaciones causadas por la primera ola de la pandemia y, como lo muestra el último informe del IPPR, los servicios oncológicos han sido sustancialmente más resistentes a las olas posteriores. El informe inicial también encontró que la pandemia ha revertido las mejoras en la supervivencia del cáncer. La caída en las tasas de supervivencia a cinco años para el cáncer de pulmón, mama y colorrectal equivale a una pérdida en progreso de dos, seis y ocho años, respectivamente.
Tabla 2: Comparación de supervivencia a cinco años por tipo de cáncer:
Tipo de cáncer | 2017 real | 2020 anticipado |
Pulmón | 16.2 % | 15.2 % |
Mama | 85 % | 83.1 % |
Colorrectal | 58.4 % | 55.5 % |
Salud mental
Impacto de la pandemia en la salud mental
El impacto de la COVID-19 en la salud mental es una preocupación mundial. En el Reino Unido, los trastornos de salud mental eran la principal causa de discapacidad en adultos en edad laboral incluso antes de la pandemia, y el Plan a largo plazo del NHS había priorizado la salud mental, comprometiéndose a brindar servicios de salud mental a dos millones de personas adicionales. La llegada del COVID-19 trajo consigo aislamiento social, precariedad laboral y pérdida de negocios, además de duelo. Esto ha llevado a incrementos en los factores de riesgo que predisponen a las personas a la enfermedad mental y en la propia enfermedad mental.
El informe IPPR 1 sugiere que cumplir con la meta del Plan a Largo Plazo del NHS de prevenir 50 000 admisiones hospitalarias relacionadas con el alcohol en los próximos cinco años resultará difícil. Con las muertes relacionadas con el alcohol y las drogas ya en su punto más alto, la pandemia produjo un aumento sostenido en la cantidad de personas que beben alcohol en niveles peligrosos.
El informe cita varios estudios que muestran un aumento de los niveles de estrés entre las familias con niños, en particular las de grupos étnicos minoritarios y las de bajos ingresos. A medida que aumenta el desempleo, disminuyen los planes de licencia y terminan las moratorias hipotecarias, los niveles de estrés malsanos solo empeorarán.
Un estudio en particular, realizado por Pierce et al (2020), encontró que la salud mental de los adultos del Reino Unido ha empeorado en casi un 10% en promedio. Esto se midió utilizando el Cuestionario de Salud General (GHQ-12), un instrumento de detección ampliamente utilizado para detectar trastornos psicológicos comunes como la ansiedad y la depresión. Más aún, el estudio encontró que los adultos jóvenes y las mujeres (22.5 % y 13.3 % respectivamente) se vieron particularmente afectados, y que la salud mental de los niños (de 5 a 16 años) ha disminuido drásticamente, probablemente debido al cierre de las escuelas. También destaca la disparidad en las circunstancias socioeconómicas y regionales.
Servicios de salud mental
A pesar del incremento de los problemas de salud mental, el informe encontró que, entre marzo y agosto de 2020, 235 000 personas menos fueron remitidas a terapias psicológicas en comparación con el mismo período de 2019. Si bien el volumen de pacientes remitidos a terapias psicológicas se ha recuperado parcialmente en la segunda mitad de 2020, se mantiene por debajo de los niveles normales, y aún es pronto para conocer el impacto que han tenido la segunda y tercera ola de COVID-19 en esta recuperación.
Para las personas con enfermedades mentales graves, como la esquizofrenia y el trastorno bipolar, los servicios se han visto gravemente afectados. Estos individuos mueren de 10 a 20 años antes que la persona promedio, y la mayor parte de esta mortalidad prematura es causada por enfermedades físicas, especialmente enfermedades cardiovasculares. El Plan a largo plazo del NHS tenía como objetivo aumentar los controles de salud para las personas con enfermedades mentales graves para 2023-2024, pero los datos de IPPR revelan que, en septiembre de 2020, el NHS había caído por debajo de un tercio de su objetivo.
El Informe IPPR 1 pronostica que se producirán más de 1.8 millones de nuevos pacientes remitidos a los servicios de salud mental en los próximos tres años como resultado directo de la pandemia. Además de eso, si bien se desconocen los impactos de la segunda y tercera ola en la salud mental, es seguro suponer que la COVID-19 contribuirá a los problemas de salud mental actuales en los tiempos venideros.
Satisfacción con la vida y suicidio
Mayores datos útiles provienen de la Oficina de Estadísticas Nacionales (ONS, por sus siglas en inglés). La ONS realiza una encuesta en línea de Opiniones y estilo de vida, con preguntas sobre el bienestar, incluidos los problemas de ansiedad y la satisfacción general con la vida. Se estimó que la ansiedad alcanzó su punto más alto en marzo de 2020 y sigue siendo más alta que los niveles previos a la pandemia. El porcentaje de adultos que reportaron síntomas depresivos se duplicó durante el año posterior al inicio del confinamiento, de aproximadamente 10 % a 20 %. Más de un año y medio después de la pandemia, la satisfacción con la vida estimada sigue siendo más baja que su puntaje promedio en febrero de 2020.
La ONS también publicó un informe en septiembre de 2021 sobre la tasa de muertes por suicidio en Inglaterra y Gales durante el primer confinamiento. El informe estimó que, entre abril y julio de 2020, ocurrieron 1603 suicidios en Inglaterra y Gales, lo que equivale a una tasa de mortalidad estandarizada por edad de 9.2 muertes por cada 100 000 personas. Contrariamente a la especulación en ese momento, esto es significativamente más bajo que las tasas del mismo período en años anteriores: 18% menos que el mismo período en 2019 y 12.7% por debajo del promedio de los cinco años anteriores. Estos hallazgos son consistentes con otros estudios del Reino Unido y comparables con investigaciones en otros países, incluidos Estados Unidos, Alemania, Japón y Australia.
Enfermedad cardiovascular
Aproximadamente 7.6 millones de personas en el Reino Unido se ven afectadas por enfermedades cardiovasculares (ECV), lo que representa aproximadamente 164 000 muertes por año. Las cifras de mortalidad de 2019 ya mostraban un aumento en las muertes por ECV entre las personas menores de 75 años. El Plan a largo plazo del NHS hizo de esta un área de enfoque, con el objetivo de prevenir hasta 150 000 ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares y casos de demencia en los próximos 10 años. Las estrategias clave incluyeron:
- Mayor acceso a los servicios de prevención para reducir las tasas de tabaquismo, consumo de alcohol y obesidad.
- Detección temprana de factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares, como presión arterial alta, colesterol anormal y ritmos cardíacos anormales.
- Tratamientos ampliados de mejores prácticas, incluidos servicios especializados de atención y rehabilitación para accidentes cerebrovasculares en todo el NHS
Perturbación de los servicios de ECV
El primer informe IPPR encontró que COVID-19 ha impactado sustancialmente el manejo de ECV, incluidas las medidas de prevención, referencias, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación. De particular importancia es la reducción de los controles de salud en un 97%, lo que indica un cambio significativo a la baja en la detección y, por lo tanto, en la prevención. La seriedad de esta estadística se agrava si se tiene en cuenta que la atención primaria es la base de la prevención de las ECV y se llevaron a cabo casi 80 millones menos de visitas presenciales al médico de cabecera entre marzo y diciembre de 2020 en comparación con el año anterior.
Además de la caída del 97 % en los controles de salud, el informe cita una caída del 42 % en las citas de atención primaria (GP) “presencial”. Los pacientes remitidos por ECV a especialistas también se redujeron en un 43 %, lo que provocó una perturbación generalizada en los servicios de ECV:
- Reducción de 19-45 % en procedimientos electivos
- Reducción de 41-44 % en imagenología electiva
- Reducción de 53 % en las admisiones de emergencia
- Reducción de 12-17 % en procedimientos de emergencia
- Reducción de 36 % en rehabilitación cardíaca
Tabla 3: Caídas en los procedimientos y operaciones de enfermedades cardiovasculares electivas durante la primera ola de Covid-19, en comparación con el mismo período del año anterior
Procedimiento/operación | Importancia | Impacto de la Covid-19 |
Intervenciones coronarias percutáneas (ICP, por sus siglas en inglés) electivas | Prevención de infartos (reperfusión cardíaca) | Reducción de 25% |
Injertos de bypass de arteria coronaria (CABG, por sus siglas en inglés) | Prevención de infartos (reperfusión cardíaca) | Reducción de 45% |
Endarterectomía carotidea | Prevención de ictus (reperfusión cerebral) | Reducción de 31% |
Procedimientos de implante de marcapasos y/o desfibrilador cardíaco | Prevención de paro cardíaco | Reducción de 19% |
Fuente: Análisis CF de NHS Digital 2020d
El IPPR también encontró que los pacientes remitidos a especialistas en diabetes cayeron un 22 %. Si bien se han recuperado un poco, junto con los pacientes remitidos por ECV, se mantuvieron un cuarto por debajo de los volúmenes esperados.
En el lado positivo, aunque han aumentado algunos hábitos relacionados con las ECV, como el consumo de alcohol, la pandemia también ha tenido algunos efectos beneficiosos: Los estudios han encontrado que más adultos realizan ejercicio físico e intentan dejar de fumar.
Impacto en la Mortalidad
El primer informe IPPR estima que hasta 470 000 pacientes, que de otro modo habrían recibido estos tratamientos, no habrán iniciado tratamientos con estatinas, anticoagulantes, otros medicamentos cardiovasculares o medicamentos para la diabetes. Como resultado, pueden ocurrir aproximadamente 12 000 ataques cardíacos o accidentes cerebrovasculares en el futuro que podrían haberse evitado. Los retrasos en el diagnóstico también podrían resultar en:
- 23 000 diagnósticos de insuficiencia cardíaca perdidos
- 16 000 – 57 000 diagnósticos de fibrilación auricular perdidos
- 26 000 – 90 000 diagnósticos de enfermedad coronaria perdidos
El informe afirma además que los trastornos a la pandemia han incrementado el exceso de mortalidad por ECV en un 6 %, lo que equivale a más de 5600 muertes en exceso entre marzo y diciembre de 2020. Esto representa el nivel más alto de mortalidad cardiovascular visto en una década.
Vale la pena tener en cuenta que una ECV suele ser una afección a largo plazo y, dado que la pandemia ha afectado principalmente a su detección y prevención tempranas, es posible que el impacto total de la COVID-19 no se materialice durante algún tiempo.
Más aún, numerosos otros factores a corto, mediano y largo plazo, tanto positivos como negativos, deben estudiarse cuidadosamente en tanto que las (re)aseguradoras intentan estimar las tendencias actuales y futuras de morbilidad, mortalidad y longevidad de COVID-19.
- Para un análisis de los siguientes factores, véase Mortality and Morbidity Modeling Considerations under COVID-19 [Consideraciones de modelado de mortalidad y morbilidad bajo la COVID-19].
Tabla 4: Factores potenciales que afectan los impactos de la COVID-19
Factores a corto y mediano plazo | Factores a largo plazo |
---|---|
Ubicación geográfica Experiencia creciente y nuevas variantes Actitud pública y acciones gubernamentales Suministro, aceptación y eficacia de vacunas PASC, o “COVID-19 largo”Edad y género Factores de riesgo demográficos y fisiológicos Muertes aceleradas y sesgo de supervivencia Suscripción y condiciones médicas Influenza Economía, recesión y desempleo Detección e intervención médica retrasadas Impactos más amplios en la salud | Potenciar la investigación y las vacunas de ARNm para mejorar la esperanza de vida Calidad y acceso a la asistencia sanitaria y social Riesgos de pandemia, cambios ecológicos y el “desenlace fatal ”Preparación para futuras pandemias |
- Véase también: Long COVID: Insurance Underwriting Perspectives [COVID largo: Perspectivas para la suscripción de seguros]
Conclusión
La COVID-19 ha impactado los servicios en todas las vías de atención, y ambos informes de IPPR destacan las cifras desalentadoras que la pandemia ha dejado a su paso. La reconstrucción de los servicios médicos requerirá un esfuerzo sustancial y sostenido tanto de los responsables políticos como de los funcionarios gubernamentales. No obstante, las repercusiones de los retrasos y las limitaciones en los servicios del NHS seguirán impactando la atención médica en el Reino Unido durante algún tiempo.
Si bien el alcance de las consecuencias de COVID-19 aún no ha sido revelado por completo, estudios importantes como estos del IPPR brindan una imagen más clara de algunos de los “efectos dominó” que la pandemia está teniendo en los seguros de vida y salud en la era pospandemica. De hecho, el retraso en detección e intervención médica es solo una de esas “propagaciones” que nuestra industria necesita comprender.
En suscripción, es probable que los retrasos en el tratamiento causen incrementos tanto en las primas promedio como en el número de casos pospuestos y rechazados. Este efecto se generalizará en muchas afecciones, pero el cáncer y las enfermedades cardiovasculares específicamente verán a las personas ubicarse en el extremo más grave de sus diagnósticos. El acceso limitado a la atención primaria y los trastornos a los servicios de atención médica, desde los controles de salud de rutina hasta los tratamientos especializados, darán como resultado que más vidas requieran suscripción. Es probable que la salud mental experimente aumentos similares, con más vidas que requieran suscripción y más períodos de postergación en espera de evaluación.
Las secuelas post-agudas del SARS-CoV-2 (PASC), comúnmente conocidas como “COVID-19 largo”, crean preocupaciones adicionales a los suscriptores. Numerosos pacientes reportan problemas continuados de salud significativos, que incluyen dificultades para respirar, fatiga crónica, dolor en articulaciones y depresión y ansiedad similar al trastorno de estrés postraumático, entre otros síntomas. A medida que los investigadores y científicos se apresuran a encontrar respuestas sobre el virus en sí y sobre los efectos de la PASC, queda por ver si los impactos negativos en la salud de COVID-19 persistirán mucho después de que los altos niveles de infección por SARS-CoV-2 hayan disminuido.
Es importante recordar que la pandemia no ha terminado. Los funcionarios de salud mantienen la esperanza de que las vacunas actuales brinden al menos cierta protección contra las nuevas variantes del virus, pero, con un nuevo virus como el SARS-CoV-2, las nuevas cepas y variantes siempre son una posibilidad, lo que puede retrasar los esfuerzos para recuperar el control de los sistemas de salud.
Al momento de redactar este informe, aún no se ha producido un aumento significativo en las reclamaciones de seguros imputables a los efectos dominó de la COVID-19. La medida en que esto puede cambiar en los próximos meses y años podría depender en gran medida de la rapidez y eficacia con que los sistemas de salud puedan ponerse al día. Sin embargo, puede ser inevitable que los retrasos en el diagnóstico de enfermedades comiencen a producir un aumento en las reclamaciones por enfermedades terminales y muertes que, de otro modo, podrían haber sido reclamaciones por enfermedades graves.
Los informes de IPPR han señalado que, a pesar del impacto adverso muy palpable de la pandemia, han surgido algunos aspectos positivos, como más personas que intentan dejar de fumar, hacer ejercicio a diario, comer una dieta más saludable y reducir niveles de estrés mediante mejores acuerdos laborales. Si bien esto puede ayudar a mitigar parte del impacto negativo en las reclamaciones, solo el tiempo dirá si esta influencia será significativa.
La pandemia global ha transformado la atención médica y ha desafiado a las aseguradoras a ajustarse en consecuencia. A medida que ingresamos a la siguiente fase de la crisis, las acciones correctas ahora podrían marcar la diferencia en los años venideros.