La enfermedad grave por COVID-19 se desarrolla en menos del 10% de los individuos infectados. Desde el comienzo de la pandemia de coronavirus, los expertos han estado trabajando para entender qué causa las diferencias en la gravedad de la infección.
La investigación genética extensa ha producido una mayor comprensión de qué papel juegan los genes en la gravedad de la enfermedad, por qué algunas personas pueden nunca contraer COVID-19 e incluso cómo la respuesta emocional de las personas a la pandemia en general puede estar ligada a factores genéticos.
Los hallazgos recientes utilizando la secuenciación del genoma completo (WGS) revelan factores del huésped que pueden llevar a una enfermedad grave por COVID-19. Investigadores del estudio Genética de la Mortalidad en Cuidados Críticos (GenOMICC), una colaboración global para estudiar la genética en enfermedades críticas liderada por la Universidad de Edimburgo en asociación con Genomics England, utilizaron WGS en 7,491 pacientes críticamente enfermos de COVID-19 de 224 unidades de cuidados intensivos (UCI) en Inglaterra y los compararon con 48,400 controles. Esto permitió al equipo crear un mapa e identificar variaciones genéticas vinculadas a la gravedad del COVID-19. Se identificaron dieciséis nuevas variaciones genéticas en pacientes de UCI en comparación con el ADN de otros grupos. La variación en los genes que controlan la coagulación de la sangre puede explicar las observaciones relacionadas con las anomalías de coagulación vistas en casos graves de COVID-19. Este estudio proporciona información clave sobre tanto la gravedad de la enfermedad como el proceso de la enfermedad, un gran paso hacia el diseño de tratamientos efectivos.
Si bien la mayoría de las investigaciones en esta área se centraron en los factores genéticos que impactan la enfermedad en sí, la pandemia de COVID-19 también proporcionó una oportunidad única para realizar estudios que exploren el impacto de la genética en el bienestar. En un estudio reciente de la Universidad de Groningen, Países Bajos, los investigadores exploraron el papel de la genética en las experiencias personales de los individuos durante la pandemia. Descubrieron que ciertas personas tenían una tendencia genética a sentirse mejor que otras y que esa tendencia genética tenía una fuerte influencia en cómo las personas percibían la calidad de vida. Los hallazgos también demostraron que la contribución de la genética a rasgos complejos como el bienestar puede cambiar con el tiempo.
¿Qué sigue?
El COVID-19 dio lugar a una mayor vigilancia genómica a nivel mundial. Según los datos recopilados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), solo el 54% de los países tenían esta capacidad en marzo de 2021. Para enero de 2022, debido a las importantes inversiones realizadas durante la pandemia, esto aumentó al 68%, con más del 43% publicando sus datos de secuencia. Entendiendo la importancia de la vigilancia genómica, la OMS ha lanzado recientemente su “Estrategia mundial de vigilancia genómica para patógenos con potencial pandémico y epidémico” (ver aquí).
Los estudios de asociación del genoma completo (GWAS) han ayudado a distinguir loci asociados con síntomas específicos como la pérdida del gusto y el olfato en pacientes con COVID-19, así como marcadores específicos asociados con la gravedad como la neumonía después de la infección. Los futuros estudios GWAS podrían revelar más sobre los síntomas del COVID-19 prolongado.
Resumen
Las aseguradoras deben continuar estudiando el impacto del COVID-19 para comprender los factores que determinan la gravedad de la enfermedad. Como en muchos otros campos de la medicina y la ciencia, la genética ahora está proporcionando nuevas perspectivas sobre el tratamiento y la gestión del COVID-19. Los expertos esperan que aprovechar esta mayor comprensión ayude a reducir el número de vidas perdidas debido a la enfermedad, así como la carga del COVID-19 en la sociedad.
